Está documentado que en la era prehispánica no existía la propiedad privada tal y como la conocemos hoy en día, pues todo se desarrollaba en forma comunal que, según algunos historiadores de esta era, había cierta similitud con los ejidos. Se dice que era una especie de propiedad comunal y tierras bajo el control estatal o de la nobleza de aquel entonces y también de forma hereditaria entre las mismas familias que las trabajaban.
Ahora se habla mucho respecto a la protección de la propiedad privada, sobre todo en los bienes inmuebles y, desde luego, la tenencia de la tierra; pero no de los pequeños propietarios a quienes constantemente asustan los grandes terratenientes y empresarios, así como ciertos sectores de la política, porque a cada rato, con cualquiera reforma sobre la propiedad privada o tenencia de la tierra, como una pequeña parcela se les dice que se las van a expropiar y que su casa-habitación de las que muchas de las veces la mayoría del pueblo de a pie la hizo con grandes sacrificios y más recientemente por medio del Infonavit o el Fovissste.
Ya se ha informado hasta la saciedad que en ninguna forma se van a expropiar las viviendas y, es más, ni tan siquiera los latifundios y grandes extensiones de terrenos que poseen esas clases de grandes terratenientes, empresariales y políticos.
¿Cómo fue que se llegó a esto de que ahora existan esos latifundios y terratenientes? Pues se dice que todo empezó con la llegada de los europeos a este continente despojando a los antiguos habitantes de lo que hoy se denomina como Mesoamérica y más allá, tanto al sur como al norte del hoy llamado Continente Americano. Así comenzaron a aparecer esas grandes haciendas cuyos dueños eran los invasores teniendo trabajando a los nativos que alguna vez fueron los anteriores propietarios de las tierras que se adueñaron aquellos primeros invasores quienes posteriormente comenzaron a hacer negocio con todas esas tierras que habían despojado a los naturales ya sea vendiéndolas o heredándolas a quienes siguieron explotando a los nativos esclavizándolos a más no poder.
Ya con el tiempo, con el sistema hacendario corregido y aumentado, se captó a los ya campesinos con las tiendas de raya que hacían que se endrogaran económicamente con los víveres que les proporcionaba el mismo hacendado, para después hacérselas tablas con el pago haciéndoles un juego de números económicos diciéndoles que no tenían derecho a pago alguno por su trabajo porque además, salían debiendo lo que les habían fiado de víveres, ropa y demás productos que necesitaba el campesino y su familia.
Así que hoy en día es muy común oír decir tanto en películas, novelas escritas o televisivas y hasta en la vida real, que alguien dice señalando a horizonte: de aquí hasta donde te alcance la vista es mío. El problema estriba en qué forma esas personas que, por desgracia si existen, se hicieron propietarios de esas grandes extensiones de terrenos; claro que lo más probable es que digan que las heredaron, pero quienes se las heredaron, ¿cómo fue que les llegó esa propiedad así hayan sido heredadas?
Precisamente la mayoría, si no es que todos estos grandes propietarios de latifundios y, se dice que hasta de islas como más de un político de la era prianista, son los que asustan con el petate del muerto a obreros y campesinos que con dificultades se hicieron de una casita o una parcela, respectivamente; asustan posiblemente porque sienten pasos en la azotea por saber y estar conscientes, algunos de estos grandes terratenientes que todo lo que tienen es o fue mal habido ancestralmente.
Un caso muy emblemático del despojo que sufrió lo que ahora es México, se dio a conocer cuando se decía que la pirámide de Chichén Itzá, en la península de Yucatán, tenía dueño o dueños hasta el año de 2010 cuando volvió a ser propiedad del Estado Mexicano, es decir, de la nación. Lo más extraño de esto es que, de acuerdo a lo documentado, los propietarios eran de origen extranjero.
Para acabarla de amolar, en cuanto a los ejidos, en 1992 el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) hizo reformar el artículo 27 constitucional para acabar prácticamente con la Reforma Agraria que, el tata, don Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940) había aplicado en lo posible de acuerdo a la Carta Magna fortaleciendo los ejidos y proporcionando a infinidad de campesinos de una parcela que podían considerar como propia. Sin embargo, y con engaños hicieron vender a los campesinos sus parcelas.
Sea pues. Vale.