Opinión

CON PRECAUCIÓN: TODO A SU TIEMPO NO ES ENCHÍLAME OTRA

Sergio Mejía Cano

Jueves 3 de Julio de 2025

En una de las pasadas entregas en este mismo espacio en donde se hablaba de las peleas de gallos, pero también de las corridas de toros y como en la misma referencia se cita que, por lo regular, los defensores de la tauromaquia le refieren a quienes las critican con la consabida frase de entonces cómo es que le entran a la carnita asada.

Un camarada que leyó este artículo me dijo precisamente lo mismo: que si no me gusta que maten a los toros en un coso taurino, entonces por qué le entro a la carne asada, y si no me gustan también las peleas de gallos porque les ponen navajas en los espolones y, por lo mismo, los gallos se quitan la vida entre sí, entonces por qué disfruto de los pollos preparados en diferentes platillos.

Al querer responderle algo al respecto, pero sabiendo que tratar de explicar sería algo ocioso y que no se llegaría a ningún lado, como cuando se habla de política o religión, pensando qué decirle recordé que este camarada ha sido siempre un crítico por la construcción del Tren Maya en la península de Yucatán, del Interoceánico, del regreso de los trenes de pasajeros por donde circulaban antes, de la refinería en Dos Bocas, del aeropuerto Felipe Ángeles y del renacimiento de Mexicana de Aviación y ahora más, por la próxima adquisición de 20 aeronaves compradas a Brasil, porque según este camarada, solo generan pérdidas, y respeto al Tren Maya, no nada más está significando pérdidas y gastos de más al erario, sino que significó la devastación de vastas zonas de flora y fauna, del medio ambiente en sí y, sobre todo, de zonas arqueológicas.

Así que le pregunté si cuando viajaba en los trenes trabajando jamás se puso a pensar si las vías férreas se habían puesto solas y, ahora que viaja constantemente a Guadalajara, Jalisco o a Mazatlán, Sinaloa, tampoco ha pensado en cómo fue que se construyeron, si no se afectó también la ecología, se dañaron a especies en su hábitat ancestral, etcétera; y todo, gracias al progreso que en sí, también en cierto sentido significa un retroceso para la Madre Naturaleza que tarda tiempo en volver a resurgir en esas zonas devastadas para que el ser humano haga más fácil la comunicación terrestre, por lo que todo lo que hace el ser humano para su bienestar y facilitar su convivencia significan no nada más afectaciones a la ecología, sino que también producen una gran contaminación y, por ende, infinidad de enfermedades al contaminar las aguas de arroyos, ríos y mares al por mayor.

Muchas personas que desde que presentó el proyecto de la construcción del Tren Maya de inmediato se opusieron alegando precisamente los daños ecológicos que todo esto significaría en una zona casi virgen; casi porque desde que comenzó a construirse el emporio turístico en la península de Yucatán, sobre todo en Quintana Roo y que prácticamente nadie dijo nada ni siquiera los que se dicen ahora defensores de la flora, fauna, cenotes y demás lugares arqueológicas, lo que sí se hizo y quizás sin estudios ambientales a fondo y que la construcción de hoteles tendrían que conllevar asentamientos humanos en donde antes no existían o que eran aldeas de pescadores y, que esos nuevos asentamientos humanos para que la gente que tendría que trabajar primero en la construcción de todos esos hoteles y centros turísticos y después para que vivan quienes trabajan en el mantenimiento de esos hoteles, también significan una gran contaminación debido a los desechos humanos que son necesarios, pues nadie se escapa de orinar y defecar; lavar ropa, vehículos, etcétera.

Ahora bien, uno de los principales pretextos para quienes están en contra de todo lo que se ha emprendido desde el sexenio anterior es que no generan ganancias, aunque respecto al aeropuerto Felipe Ángeles se ha estado informando que cada día tiene más movimiento, sobre todo en cuestiones de carga, pero también del incremento de pasajeros. Del Tren Maya también se dice que opera con pérdidas; sin embargo, se podría entender que no es enchílame otra, sino que poco a poco tendrá que rendir sus frutos y más, cuando se integre de bien a bien el sistema de carga en toda esa zona de más de 1,500 kilómetros de longitud que es el Tren Maya.

Del tren Interoceánico ya se están viendo sus buenos rendimientos y más, mientras más se sature el canal de Panamá, que comprobará la viabilidad de lo que significa este tren que une al océano Pacífico con el Golfo de México; un paso necesario previsto desde inicios del siglo XX.

Sea pues. Vale.