En la segunda parte de la película El Padrino, cuando ya la familia Corleone cambia su residencia al estado de Nevada, en los Estados Unidos, comienza con un festejo en un amplio jardín con la presencia de un senador por dicho estado y su señora esposa, quienes se muestran muy cordiales y risueños con los anfitriones que son, precisamente, Michael Corleone y su familia.
Sin embargo, ya en un privado de esa residencia, el senador pretende extorsionar a Michael pidiéndole miles de dólares para autorizar el permiso para un nuevo hotel-casino y, además, ofende a los italoamericanos debido a la fama de mafiosos que tienen.
Obviamente que Corleone se ofende mucho, no tanto por la extorsión, sino por la ofensa que hace el senador a su familia y ascendencia, por lo que Michael le dice que no le dará nada de lo que pide y que de todos modos obtendrá el permiso para su hotel-casino. El senador hace una mueca burlona y se retira.
En una escena posterior se ve entrar a Tom Hagen, el abogado de la familia Corleone, a una habitación en donde se mira al senador en no muy buenas condiciones físicas sentado en una cama y a un lado de él está una mujer boca abajo aparentemente muerta, pues se ven manchas de sangre en su entorno. El senador por nevada visiblemente alterado y al parecer todavía bajo el influjo de algo que había ingerido dice no recordar lo que pasó, que no sabe cómo pasó todo eso. Así que Tom Hagen le dice que no se preocupe, que ellos -la familia Corleone- se encargarán de todo y que no trascienda nada de esa habitación.
Así que ya en el desarrollo de la película, ese senador por Nevada se hace hasta defensor a ultranza de Michael Corleone cuando es juzgado por una comisión que lo acusa de pertenecer a la mafia.
En la Cámara de Senadores se dijo desde un principio de la actual legislatura que le hacían falta tres senadores para contar con la mayoría calificada que se requiere para aprobar los cambios constitucionales que se pretenden llevar a cabo en la próxima administración del Gobierno Federal. Como de inmediato se integraron dos senadores del extinto PRD, se dijo que ya nada más hacía falta un senador para completar esa mayoría, por lo que mediáticamente se comenzó a especular que sería fulano, mengano o perengano; sin embargo, el nombre que de pronto comenzó a mencionarse fue el del senador por el estado de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Márquez, quien tiene como su suplente a su papá: Miguel Ángel Yunes Linares, ambos personajes que según se ha documentado no tienen un buen expediente que digamos.
Tal vez como para tantearle el agua a los camotes o hacer la mosca chillar, Yunes Márquez solicitó la suplencia de su papá durante unas horas supuestamente por padecer una enfermedad en la columna vertebral; sin embargo, a las pocas horas se hizo presente en el antiguo Senado de la República y fue él quien dio ese voto que faltaba para poder aprobar en lo general y en lo particular la Reforma Judicial.
De inmediato ambos señores Yunes fueron tachados de traicioneros por sus supuestos compañeros del PAN en incluso, ya al día siguiente, es decir, ayer jueves, en varios medios de información se publicó que habían sido expulsados de las filas panistas a nivel federal y que, en su estado natal, Veracruz, habían sido vilipendiados por los panistas locales.
Obviamente que en Morena se negó rotundamente que haya habido algún tipo de negociación para que el senador veracruzano emitiera su voto a favor de la reforma judicial, y esto, porque se han documentado muchas anomalías cometidas por los señores Yunes, pero más del papá, quien fue gobernador de Veracruz, así como haber ocupado varios cargos como servidor público, cargos de los que se ha dicho, tuvo muchas anomalías en cuestión de las finanzas de las que estuvo a cargo, sobre todo cuando fungió como director del ISSSTE; ha, y hasta de haber pertenecido al PRI antes de ver la luz que lo hizo preferir pertenecer a las filas del PAN.
Es muy probable que la mayoría, si no es que todos los seres humanos tengamos alguna cola que nos pisen, por más pequeña que esta sea, pero cola al fin y al cabo y más entre políticos y funcionarios, sobre todo aquellos que de la noche a la mañana cambian radicalmente su estatus de vida al poco tiempo de estar ocupando ya sea un cargo político o estar en alguna dependencia gubernamental en cualquiera de los tres niveles de gobierno: federal, estatal o municipal. Así que no sería raro que los Yunes no tuvieran de dónde poder agarrarlos.
Sea pues. Vale.